“Empecé a verme con otros ojos: con los míos, no con los que el mundo quería ponerme.”

Mi nombre es Luna y tengo 14 años, pero no se confundan… ¡mi edad no define la fuerza que llevo dentro!

Soy Poderosa desde hace poco, pero también desde siempre. Lo que pasa es que no lo sabía aún. Desde que empecé a caminar con este grupo de Poderosas, empecé a verme con otros ojos: con los míos, no con los que el mundo quería ponerme.

Antes me escondía, me comparaba todo el tiempo. Sentía que mi cuerpo no era suficiente, que yo no era suficiente. Miraba a otras chicas y pensaba: “¿Por qué no soy así?”. Me dolían partes de mí que ni entendía; me juzgaba frente al espejo; me callaba cuando quería gritar.

Hasta que en uno de nuestros encuentros escuché una frase que me cambió todo: “Tu cuerpo no necesita arreglos, necesita amor.”

Y fue ahí, justo ahí, cuando empecé a cambiar. Cuando empecé a verme como una aliada de mí misma, cuando entendí que no tengo que encajar en ninguna talla, forma ni molde, que soy valiosa, completa y única, con cada lunar, con cada curva, con cada parte de mí que antes escondía.

Ese fue mi después: un despertar. Una reconciliación conmigo misma.

También aprendí que ser Poderosa no es ser perfecta, sino ser auténtica. Antes pensaba que debía hacerlo todo bien, que no podía fallar, que mostrarme sensible me hacía débil, ahora sé que ser Poderosa es decir: “Tengo miedo, pero igual me atrevo.”

Es conocer mis derechos, es no permitir que nadie los pise, es saber que la menstruación no es una vergüenza: ¡es mi magia mensual! Que puedo hablar de ella con orgullo, sin tapujos, sin miedo.

Hubo muchas cosas que me dijo mi profesora Eliana que me marcaron. Entre ellas, una en especial: la historia de Sergio Urrego. Leerla fue como un golpe al corazón, un chico joven, soñador, que solo quería vivir y amar libremente. Ver cómo lo trataron, cómo lo señalaron y cómo eso lo fue apagando hasta dejarlo sin fuerzas… me dolió muchísimo.

Porque me hizo pensar en cuántas veces yo también me sentí fuera de lugar, como si ser yo fuera un problema. Pero también me encendió una llama: yo no quiero que eso siga pasando. No quiero quedarme callada cuando veo injusticias.

La historia de Sergio me hizo entender que alzar la voz no es solo por mí, sino también por quienes ya no están. ¡Y yo sí estoy, y mientras esté, voy a luchar!

Hoy estoy aquí porque quiero visibilizar lo invisible.Porque antes vivía en piloto automático, tragándome dudas, inseguridades y preguntas. Y ahora, ahora hablo, siento, cuestiono, abrazo lo que soy.

Quiero que más niñas y adolescentes como yo sepan que pueden tomar decisiones sobre su cuerpo, que el amor propio no se compra, se construye. Que ser sensible no te hace débil, te hace humana. Y que los sueños no se encogen por nacer en un cuerpo de mujer.

Hoy estoy en este grupo porque decidí dejar de pedir permiso para brillar, porque descubrí que cuando una se levanta, otras también lo hacen. Y que juntas no solo somos Poderosas: somos imparables.

Así que gracias a Poderosas, por enseñarme a ver lo invisible. Por mostrarme que dentro de mí había una voz que solo necesitaba una chispa para encenderse. Y esa chispa… ya es fuego.

Gracias por darme lo más sagrado: conocimiento.

-Luna, poderosa de Cali desde 2025.

Anterior
Anterior

“Yo salí de ahí distinta. Sabía que la educación no solo informaba, también transformaba.”

Siguiente
Siguiente

“Por primera vez, no me sentí juzgada, sino abrazada por una red de afecto y sororidad.”